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Podrán los candidatos implementar este ambicioso plan sin comprometer los principios de un estado laico?
Podrán los candidatos implementar este ambicioso plan sin comprometer los principios de un estado laico?

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Durante el proceso electoral que definirá el futuro liderazgo de la Ciudad de México, los candidatos a la jefatura de gobierno, Clara Brugada, Santiago Taboada y Salomón Chertorivski, han firmado un acuerdo que ha levantado tanto esperanzas como cejas: el «Compromiso por la Paz CDMX». Este pacto, suscrito en colaboración con organizaciones religiosas, empresariales y académicas durante un evento en la Universidad Intercontinental, promete abordar varios de los problemas más apremiantes de la capital, desde la seguridad hasta los derechos humanos.

El compromiso engloba siete rubros fundamentales:

  • tejido social
  • seguridad
  • justicia,
  • cárceles
  • juventudes
  • gobernanza
  • derechos humanos

 Con propuestas que van desde la capacitación de policías hasta el fortalecimiento de instituciones juveniles y la procuración de justicia, los candidatos se han comprometido a impulsar un cambio significativo en la gestión de la ciudad, contando con la colaboración de la sociedad civil, iglesias y expertos universitarios.

Sin embargo, este acuerdo genera un intenso debate sobre la separación entre la iglesia y el estado en una ciudad que se precia de ser laica. Las organizaciones religiosas, como la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Compañía de Jesús, han jugado un papel prominente en la formulación de este compromiso, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la influencia religiosa en políticas públicas que deberían ser neutrales y universales.

Salomón Chertorivski ha puesto en tela de juicio la presencia militar en la seguridad ciudadana, proponiendo un fortalecimiento del cuerpo policial civil. Clara Brugada ha hecho un llamado a la participación activa de la ciudadanía y académicos en la construcción de políticas públicas, mientras que Santiago Taboada ha criticado el incremento de la inseguridad, comprometiéndose a reconstruir el tejido social de la capital.

Este «Compromiso por la Paz CDMX» es un reflejo de la búsqueda de soluciones integradoras para los retos que enfrenta la ciudad, pero también plantea interrogantes críticos sobre el equilibrio necesario entre cooperación y la autonomía del gobierno frente a grupos de influencia específicos, incluidos los religiosos. ¿Podrán los candidatos implementar este ambicioso plan sin comprometer los principios de un estado laico? La respuesta a esta pregunta será clave para entender no solo el futuro de la política en la Ciudad de México, sino también la evolución de su identidad como metrópoli progresista y plural.

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